Baja
tolerancia a la frustración
La frustración es un estado
transitorio y, por tanto, no permanente: no hay que confundir la tolerancia a
la frustración con la tolerancia al fracaso.
Poca tolerancia a la
frustración:
- Tienen
dificultades para controlar las emociones.
- Son
más impulsivos e impacientes.
- Buscan
satisfacer sus necesidades de forma inmediata, por lo que, cuando deben
enfrentarse a la espera o postergación de sus necesidades, pueden tener
rabietas y llanto fácil.
- Son
exigentes.
- Pueden
desarrollar, con más facilidad que otros niños, cuadros de ansiedad o depresión
ante conflictos o dificultades mayores.
- Creen
que todo gira a su alrededor y que lo merecen todo, por lo que sienten
cualquier límite como injusto ya que va contra sus deseos. Les cuesta
comprender por qué no se les da todo lo que quieren.
- Tienen
una baja capacidad de flexibilidad y adaptabilidad.
- Manifiestan
una tendencia a pensar de forma radical: algo es blanco o negro, no hay punto
intermedio.
Para prevenir esta situación
y conseguir que el niño tolere la frustración, los padres deben evitar la
sobreprotección y no abusar de la permisividad.
Técnicas para tolerar la frustración:
1.
Dar ejemplo. La actitud positiva
de los padres a la hora de afrontar las situaciones adversas es el mejor
ejemplo para que los hijos aprendan a solventar sus problemas.
2.
Educarle en la
cultura del esfuerzo.
Es importante enseñar al niño que es necesario esforzarse. Así aprenderá que el
esfuerzo es, en muchas ocasiones, la mejor vía para resolver algunos de sus
fracasos.
3.
No darle todo hecho. Si se le facilita
todo al niño y no se le permite alcanzar sus retos por sí mismo, es difícil que
pueda equivocarse y aprender de sus errores para saber cómo enfrentarse al
fracaso.
4.
No ceder ante sus
rabietas.
Las situaciones frustrantes derivan, en muchos casos, en rabietas. Si los padres ceden
ante ellas, el pequeño aprenderá que esa es la forma más efectiva de resolver
los problemas.
5.
Marcarle objetivos. Hay que enseñar al
niño a tolerar la frustración poniéndole objetivos realistas y razonables, pero
sin exigirle que se enfrente a situaciones que, por su edad o madurez, sea
incapaz de superar.
6.
Convertir la
frustración en aprendizaje. Las situaciones problemáticas son una excelente
oportunidad para que el niño aprenda cosas nuevas y las retenga. De esta forma,
podrá afrontar el problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse.
7.
Enseñarle a ser
perseverante.
La perseverancia es esencial para superar situaciones adversas. Si el niño
aprende que siendo constante puede solucionar muchos de sus problemas, sabrá
controlar la frustración en otras ocasiones.
8.
No insultarlo o
denostarlo. El
compararlo con alguien o algo mencionando que es peor que el otro, genera en el
niño una baja de autoestima y aumenta la baja tolerancia a la frustración. El
insultarlo con dichos como “poco hombre, mala niña, tonto, lento o a “garabatos”,
crea pensamientos negativos hacia él mismo y emociones de enojo y tristeza que
pueden quedar arraigados de forma permanente.
Estrategias ante la frustración:
·
Enseñarle técnicas de
relajación.
Todos nos enfrentamos a las situaciones adversas de una forma más positiva si
estamos relajados. Un buen consejo es enseñar a los pequeños a aumentar su
tolerancia a la frustración a través de la relajación del cuerpo.
·
Enseñar a identificar
el sentimiento de frustración cuando aparezca. Por ejemplo, “Juan está rabioso
porque no ha hecho bien esta resta. Inténtalo con otra y tómate más tiempo”.
·
Enseñar al niño
cuándo debe pedir ayuda. A algunos pequeños les cuesta pedir ayuda, mientras que
otros la piden constantemente y de inmediato. Hay que enseñar al niño a
intentar encontrar una solución primero. Si se siente frustrado al realizar
alguna tarea, debemos intentar enseñarle a evitar la frustración: “¿qué podrías
hacer en lugar de enfadarte o abandonar la tarea?”.
·
Representar papeles. Se puede jugar con
el niño a interpretar una situación frustrante. Por ejemplo, el pequeño tiene
que hacer los deberes pero quiere irse a jugar al parque. Primero, el niño
interpretará la frustración y luego adoptará el rol opuesto. Se le puede animar
a que hable consigo mismo de forma positiva y busque una manera de resolver el
problema.
·
Reforzar las acciones
apropiadas del niño.
Es importante elogiarlo cuando retarde su respuesta habitual de ira ante la
frustración, y cuando utilice una estrategia adecuada.
·
Modificar la tarea. Enseñar al niño una
forma alternativa de alcanzar el objetivo.